Diariamente cruzan por nuestros sentidos millares de excitaciones, desde los inmunerables ruidos de la calle hasta los olores más delicados o desagradables. Sin embargo, no los recordamos todos, y si llegada la noche quisiéramos hacer un balance de las percepciones obtenidas llegaríamos a la coclusión de que recordamos una peqeña porción de las excitaciones recibidas.
Y que sólo retuvimos algo, lo reproducinos y finalmente lo reconocemos, lo que significa que la memorización resulta completa.
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